El rol del equipo
directivo es clave en la transformación de los colegios. La innovación es
imposible sin la colaboración entre docentes
Los directores de escuela trabajan bajo presión. Se espera que innoven sin
molestar a nadie, que respondan a las demandas de las familias y, por encima de
todo, que presenten resultados. El gran problema es que nadie ha definido con
claridad cuál debe ser el rol del equipo directivo escolar, una figura clave en
la transformación de los centros educativos. Ese es el planteamiento de Michael Fullan, asesor en
Educación durante 10 años del primer ministro de Ontario, en su libro La dirección escolar, tres claves para maximizar su impacto (Morata).
Fullan, catedrático emérito de Educación de la Universidad de Toronto,
critica que históricamente la enseñanza ha sido una profesión solitaria en la
que la mayoría de profesores se han encerrado en su aula y no han recibido
información sobre sus prácticas docentes, lo que les ha impedido mejorar. Para
Fullan, la tarea central de los directores debe ser asegurarse de que todos los
profesores aprenden de forma continua y programan sus clases de forma
colaborativa.
En España, la ola de innovación educativa ha
traído consigo un replanteamiento de las funciones del director de escuela que,
sobre todo en la pública, ha pasado de ser una figura burocrática que se elige
cada cuatro años a un líder de grupo encargado de impulsar el cambio en las
pedagogías. "Implantar el aprendizaje cooperativo genera conflictos,
porque no todos los docentes están dispuestos a cambiar. Supone quitarse de la
cabeza la idea del súper profe y
entender que en solitario, por muy bueno que sea, no nos vale". La que
habla es María del Mar Santos, directora del colegio público Manuel Bartolomé Cossío,
en el barrio madrileño de Aluche, que en 2011 recibió el Premio Marta Mata del Ministerio de Educación por su proyecto de centro
innovador.
Santos, que ocupa el cargo de directora
desde 1998, cuenta cómo esta escuela ha pasado de ser un centro sin un proyecto
pedagógico claro, a un colegio bilingüe, con talleres en lugar de asignaturas y
en cuyas aulas ya no hay una mesa para el profesor, que se mueve libremente por
la clase. "Uno de los cambios fundamentales es que los alumnos son de
todos, ya no son de un tutor. Ya no existe el concepto mi clase. Todos nos
responsabilizamos del progreso de los estudiantes", explica. Implicar al
conjunto de profesores en la modernización del colegio es a lo que más horas ha
dedicado. "Animarles a compartir con los demás aquello en lo que son
buenos, como el dominio de Internet, por ejemplo. No hay ningún maestro que
pueda reconvertirse solo", añade.
Al hablar de su rol como directora lo compara con su hijo, que ahora tiene
17 años. "Requiere mucha dedicación. Nos planteamos qué nos pasaba y qué
podíamos mejorar. La educación pública estaba denostada y nos sobrepasaba la
oferta de la concertada", explica. Preparó un proyecto y fijó como
prioridad la formación de los docentes. Desde entonces, ha sido elegida cada
cuatro años por la comisión de selección, integrada por miembros de la
Administración (como inspectores) y parte del consejo escolar (formado por
docentes y familiares de los alumnos). En 2013, el centro consiguió otro premio
de la Comunidad de Madrid por
su integración de las TIC en experiencias pedagógicas innovadoras.
La única manera de convencer es, según Santos, por contagio. Las evidencias
en el aula hacen que los profesores se interesen por lo que motiva a los a los
niños. Quien no lo soporta, pide el cambio de centro. "El profesor
solitario no transforma un colegio, el equipo directivo es el motor del cambio
y lo importante es replicar el modelo año tras año independientemente del
profesor que esté". La interinidad de los docentes puede ser uno de los
frenos, no todo el mundo encaja cuando llega y para ello han elaborado una guía
docente.
La financiación pública (unos 16.000
euros al año para 460 alumnos) no ha sido suficiente para cubrir las reformas.
Sus clases son interactivas gracias a las tabletas que compraron con los 9.000
euros que obtuvieron con el premio del Ministerio. También les sirvió para
renovar parte del mobiliario e incorporar mesas modulares. Ya no hay filas de
pupitres. En cuanto a la formación, sus principales recursos son los cursos que
organizan de forma voluntaria los maestros del colegio y los que ofrece el
centro público de innovación y formación Las Acacias.
¿Puede cualquier profesor ser un buen director de centro? El filósofo José
Antonio Marina, autor del Libro Blanco de la Profesión Docente por encargo
del Ministerio de Educación, cree que hace falta formación
específica porque mandar y organizar es complicado. En su opinión, habría que
crear un MIR para directores, un tema que en España sienta mal a los docentes y
a los sindicatos porque consideran que conlleva introducir clases dentro del
profesorado y que no es democrático. "Se trata de ver si son eficaces o
no. Los equipos directivos pueden modificar los programas académicos. El éxito,
en parte, depende de ellos", asegura.
La Fundación Trilema,
centrada en la difusión de nuevas pedagogías, ofrece un curso en liderazgo para
equipos directivos, que han seguido más de 500 responsables de centros públicos
en España. Esta fundación laica es además la impulsora de la red Escuelas que Aprenden, un proyecto del que forman parte 24
colegios, de ellos cuatro públicos de Andalucía. "Tienes que romper muchas
reglas. Quitar las asignaturas provoca resistencia en el profesorado y
discernir la velocidad de cambio es una responsabilidad del equipo
directivo", señala Carmen Pellicer, fundadora de Trilema.
Hace cuatro meses una congregación religiosa les cedió un colegio en el
barrio de Tetuán con 691 alumnos al que han llamado Colegio El Pilar. El
director, Miguel García, ha acompañado a todos los docentes en su proceso de
transformación. "No puedes quitar la seguridad que da el libro de texto de
golpe; es un proceso lento", apunta. Solo han mantenido las asignaturas de
matemáticas y lengua por la "presión" de las pruebas PISA.
El resto son talleres donde los alumnos trabajan por proyectos. También han
reducido el número de exámenes y los alumnos se autoevalúan desde la etapa de
Infantil. "Cuando tienes 50 años y quieres darle la vuelta a lo que has
hecho durante toda tu vida, necesitas ver el nuevo modelo", cuenta García.
Por eso es tan importante la red de escuelas innovadoras, para ver el
cambio in situ.
"No creo en la dirección unipersonal, hace falta equipo. Es muy
peligrosa y si no estás tú, se cae. Esa idea yanqui del director líder no
funciona; nadie tiene todas las competencias y hace falta liderazgo
compartido", opina Pellicer. Los docentes de esa red de colegios reciben
una media de 100 horas de formación al año.
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