El juego libre
en la naturaleza es la base de la propuesta de Katia
Hueso.
Un
modelo
habitual en el norte de Europa que quieren homologar en España.
Daniel Sánchez Caballero 1/3/2018
De los paseos
de joven por el monte con su familia le viene a Katia Hueso su amor por la
naturaleza. Como paso obvio, estudió Biología e Ingeniería Ambiental “para
entender la otra perspectiva, qué podemos hacer para no destruir la vida”,
explica. Y ejerció en ambos ámbitos. El interés por la educación llegó de la
mano del nacimiento de sus hijas. El de la naturaleza ya existía, por lo que el
Grupo de Juego en la Naturaleza Saltamontes, una escuela de educación infantil
(hasta seis años) que tenga la naturaleza como base de toda su manera de educar
era casi una consecuencia lógica. Fue de las pioneras en España en abrir un
centro de estas características, centrado en dar libertad a los alumnos y menos
(casi nada) en enseñarles cosas en el concepto tradicional del
término. Ahora, su pelea es por homologar con la administración un modelo
exótico (por poco habitual) en España, pero bastante común en el norte de
Europa. Hueso también es autora de Somos Naturaleza (Plataforma
Editorial), donde habla de educación, naturaleza, ser humano y convivencia,
entre otros.
¿Qué es el
grupo Saltamontes?
Es
una escuela infantil al aire libre hasta seis años. Se basa en el juego
espontáneo en la naturaleza durante todo el día. Es una alternativa a la
escuela, los niños están con nosotros todo el día. La clave del proyecto no es
solo el juego espontáneo sino el trato que reciben de los educadores.
¿Qué aporta
la naturaleza a nivel educativo?
Estar
en el medio natural les aporta beneficios para su desarrollo social y
cognitivo. En cuanto a su salud, su bienestar, lo más evidente es que son niños
que se mueven mucho, tienen una psicomotricidad muy buena porque se mueven en
un terreno muy irregular. Tienen un conocimiento muy bueno de su cuerpo, son
más autónomos. Decidir a qué juegan les empodera, les da capacidad de decisión.
El entorno es cambiante —ayer hacía sol, hoy llueve— y les da flexibilidad,
capacidad de adaptación, resiliencia, aceptar que no podemos controlar todos
los aspectos de nuestra vida, algo que pasa hoy día en la sociedad. Tienen que
desarrollar su propio juego y materiales, porque no tenemos materiales
estructurados. Al no tener materiales estructurados la imaginación está
trabajando todo el rato también. Van a desarrollar habilidades sociales y
cognitivas, también un vocabulario más rico. Estar en un entorno natural
cambiante hace que se prevengan patologías derivadas de la miopía, por ejemplo.
En un aula la distancia de foco es pequeña, en la naturaleza puede ser infinito
y es cambiante, están entrenando el ojo.
Menciona
continuamente el juego espontáneo. ¿Hacen algo más?
En
principio la actividad es el juego espontáneo. Pero no es solo eso. Hay una
estructura, un orden en el que suceden ciertas cosas. Los niños llegan,
saludan, suben a la zona de juego… Hay unos límites a la convivencia también.
Cumplidas estas premisas, en condiciones de seguridad y respeto, diseñan y
desarrollan su propio juego. En un determinado momento hay que regresar al
colegio y se termina su rato de juego. Pero en esas cuatro horas escasas que
tienen, básicamente es juego. En alguna ocasión se puede dar una propuesta de
algún acompañante, pero que habrá recogido el interés de los niños.
¿Hay base
científica detrás de su propuesta?
Absolutamente.
Pero la hemos tenido que buscar fuera porque cuando surgió Saltamontes no había
nada aquí y hemos tenido que beber de fuentes de otros países. En Alemania, por
ejemplo, hay 2.500 escuelas y la más antigua tiene cerca de 50 años. Hay
estudios detrás de esto, pero fuera de España, porque aquí no hay masa crítica
para hacerlos, ni por tiempo ni por cantidad de niños. En mis escritos y
presentaciones cito estos estudios, es importante que esto tenga una base. Que
la gente vea que no es una inspiración que haya venido del cielo, sino que
tiene su fundamento.
¿Este modelo
de escuela se puede aplicar en Primaria?
No
es calcable tal cual, los niños de Primaria demandan otro tipo de enfoque. El
juego libre sólo igual no es lo apropiado, aunque hay escuelas que lo hacen. Ya
demandan desafíos intelectuales, no solo físicos. Es factible llevarlo todo al
exterior, hay literatura para enseñar las asignaturas en el exterior. La
mayoría de las cosas que se hacen en un aula se pueden hacer al aire libre. Se
está haciendo en algunas escuelas de Primaria en Alemania (si son 2.500 en
total habrá media docena de Primaria), me consta también que en Suecia.
Trabajan
menos contenidos y conocimientos y a cambio más habilidades sociales y
cognitivas. ¿No les causa problemas a los chicos llegar a Primaria quizá sin
saber leer o escribir como es habitual?
Es
cierto que el sistema está pensado para que vayan con eso bastante avanzado.
Nos encontramos a veces con que niños que no han mostrado interés por la
lecto-escritura se pueden ver un poco retrasados respecto a sus compañeros.
Nosotros no damos clase como tal, pero si un niño te pregunta cómo se escribe
su nombre o quiere escribirle una nota a su compañero, le vamos a ayudar. Otra
cosa es que vayamos a trabajar determinados letras o fonemas. Pero las letras
están ahí. Los que no han tenido ese interés, hemos visto que lo adquieren muy
rápido en Primaria. Puedo poner el ejemplo de mi hija, no sabía leer ni
escribir y le cogió el truco muy rápido. En dos meses leía. Lo interesante es
que se dio cuenta de que leer y escribir servía para algo y le dio una utilidad
real, escribir cartas y leer notas. Enseguida lo empezó a usar para lo que es,
para comunicarse; el concepto ficha no existe para ella.
¿Diría que
su modelo va un poco a contracorriente? Ahora parece que todo es prisa,
aprender idiomas desde pequeños, extraescolares…
Va
en contra del exceso de actividades estructuradas. Ya no sé si lo que los
padres hacemos (me incluyo a veces en esa vorágine de apuntar a los niños a
cosas) son las tendencias actuales o es lo habitual. Lo que buscamos con el
juego espontáneo es que ellos mismos descubran sus intereses. Qué les apetece,
qué no, qué les interesa. Cada niño tiene sus especialidades y sus intereses.
Si desde pequeños les acostumbramos a dirigir nosotros sus actividades no van a
tener tiempo ni para pensar qué les mueve, qué les atrae. En Saltamontes les queremos
dar ese tiempo para que se descubran.
La
transición entre etapas es uno de los momentos más delicados. Su escuela está
en el tránsito entre Infantil y Primaria. ¿Cómo lo llevan? ¿Hacen seguimiento
posterior?
Ya
han salido unos cuantos. Es cierto que la transición es compleja porque los
niños están acostumbrados a hacer juego libre y encima en el monte y pasan a un
aula con una jerarquía. Es complejo, no lo voy a negar. Pero en proyectos como
este, con una ratio muy baja, se refuerza mucho el acompañamiento emocional. El
juego espontáneo les da herramientas sociales, sobre todo, de empatía,
capacidad de comunicación, etc. A los niños que están acostumbrados a hablar
con adultos no les cuesta trabajo manifestar sus inquietudes. La dificultad
está ahí, tienen que superar la transición, pero tienen herramientas para
navegarla.
También
tenían problemas con la Comunidad, relacionados con la homologación de su
sistema. Me llegó a decir hace un tiempo: “Mirando el BOE, te das cuenta de que
estás tan lejos que no vale la pena intentarlo”. ¿Siguen igual de lejos?
La
homologación de este tipo de proyectos es una asignatura pendiente a escala
estatal. Existe un proyecto, Bosque Escuela, que se ha homologado adaptándose
al currículum de la Comunidad de Madrid. Nosotras estamos en tierra de nadie,
porque si ves los objetivos generales que aparecen sí se cumplen. Pero la
Comunidad te pide también que coincidas con su currículum. ¿Cómo cumplir con el
curriculum cuando estás con el juego espontáneo? En la asociación EDNA
(Educación en la naturaleza), de la que formamos parte, estamos viendo cómo
adaptamos esto a los diferentes currículos de cada comunidad. Nuestra intención
es homologarnos, pero no por pasar por el aro, sino porque el aro se ensanche.
Pero
ensanchar el aro igual no depende de ustedes…
No,
pero estamos en grupos de presión para que, ahora que se está cambiando el
modelo, se acepte esta forma de trabajar. Estamos en la línea de que el
legislador y las comunidades autónomas entiendan que hay otra manera de trabajar
y que hay que perder el miedo a hacerlo. No pretendemos ser la única forma.
¿Por qué
cree que en España este tipo de escuelas son tan escasas cuando en Europa son
mucho más habituales?
Creo
que en la cultura mediterránea tenemos un modelo educativo muy clásico, muy
jerárquico, basado en la clase magistral y en el conocimiento superior que se
le presupone al maestro. Quizá en los países nórdicos hace tiempo que siguen un
modelo más horizontal entre alumno y maestro y es más fácil que surja un modelo
de estas características. En Alemania, las escuelas convencionales no difieren
tanto de las de la naturaleza, solo que unas están en el campo y las otras no.
En Escandinavia o Alemania hay proyectos de estas características, son
proyectos económicos más asentados y quizá han sentido antes la necesidad de
volver a la naturaleza, no como aquí que estamos todavía quizá deslumbrados por
avances.
¿Cree que
hay margen para la expansión de este modelo?
Creo
que sí, que esta forma de educar ha venido para quedarse. En España hay ahora
una veintena de colegios de este tipo, más o menos. Pero lo que me llama más la
atención es que hay un interés de la escuela convencional por recuperar ese
vínculo con el medio natural. Es un interés que se da en varios ámbitos, también
en entornos no escolares como la salud, la cultura o el deporte. Creo que en el
fondo estamos buscando regresar a nuestra esencia.
Su centro
está en Collado Mediano, una localidad de tamaño medio de la sierra oeste
madrileña, a 40 minutos en coche de Madrid. ¿Qué tipo de familias y alumnado se
acerca a su centro?
De 2011 hasta
ahora las familias y profesionales que se acercan tienen más claro de qué se
trata. Antes éramos como los diferentes y veían a ver de qué va. Ahora ya saben
que nuestro modelo está fundamentado en el contacto con la naturaleza. El
perfil de la gente que viene aquí son lo que yo llamo trasplantados,
gente en su mayoría de la ciudad que ha buscado activamente el contacto con la
naturaleza. Tenemos también familias mixtas provenientes del extranjero. Los
lugareños no vienen mucho.
Me parece una propuesta muy interesante las escuelas a la naturaleza, ya que es un propuesta nueva, y además tiene beneficios para la salud. Como bien está mencionado estar en el medio natural les aporta beneficios para su desarrollo social y cognitivo. Además también ayuda a la psicomotricidad.
ResponderEliminarLo que si es verdad es que la escuela al natural me parece más apropiada para educación infantil y no tanto como para primaria